Ese día me invitaron a un café literario en la confitería cerca de mi casa. El hombre del sótano era uno de los últimos cuentos que acababa de escribir. Pensé, entonces, en darle una sorpresa a la dueña del negocio y a su hija, quien se llama igual que la amiga del protagonista, Kyara.
Anécdotas aparte, les dejo una curiosidad: el estilo narrativo está inspirado en el de Elsa Bornemann, la primera escritora de literatura juvenil que leí por mi propia cuenta, a la tierna edad de trece años.
El hombre del sótano | Clic para leer
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